La autocomplaciente mentira de la objetividad (y el «buen gusto»).

Desde hace ya un tiempo el medio del que más producción consumo es el anime y por eso mismo, aveces buscándolo y aveces no, llego a toparme con individuos o sectores enteros de la comunidad que solo repiten sentencias sin haber pensado nada por ellos mismos. Por eso cabe aclarar que esto estará basado principalmente en observaciones y encuentros dentro de aquella comunidad, pero estoy seguro de que casos así pueden encontrarse en cualquier parte refiriéndose a cualquier tema así que espero que mucho de lo aquí expuesto pueda ser tomado de manera un poco general.

Me disculpo de antemano por lo agresivo que pueda sonar por momentos, pero a fin de cuentas este es mi pensar y lo quiero compartir.

 

Parte 1: Sobre la mentira.

El positivismo impera y se olvida al espíritu dionisiaco. Entiendo la importancia de aquella filosofía que cree en la comprobación científica como forma de entender la realidad, es útil, lo que no creo tan correcto es que intente adaptarse para aplicarse en el entendimiento de cosas tan únicas y emocionales como las personas y el arte.

Cuando nos salimos del tema de la realidad física y natural no hay verdades absolutas, todo es variable y cuestionable. El ser humano es algo sumamente complejo, y una de las cosas más complejas que tiene es un propia mente: Lo que va desde los pensamientos hasta los sentimientos. Somos seres sentimentales y emocionales, y los sentimientos no tienen porqué estar ligados a la lógica o la razón; lo que para alguien es sumamente triste a otro puede darle completamente igual, y en esa incapacidad de tener los mismos sentimientos que otra persona (una parte de lo que hace única a cada personalidad) es en donde nos damos cuenta de que no se pueden hacer totales consensos o marcar absolutos, y al no haber algo que tomar una base absoluta la filosofía positivista demuestra no servir de mucho en estos temas.

Ahora, el arte es hecho por personas únicas con pensamientos e intenciones únicas, y como ya he dicho en la entrada sobre la estética, cada obra responderá a diferentes fines y es responsabilidad del autor que la obra logre lo que busca… pero en todo proceso de comunicación siempre habrá ruido y variables, y al final es el autor quien sabrá con mayor exactitud lo que se pretendía. Cada persona, cada una única, a la que llegue una obra la apreciará de manera muy diferente en base a su experiencia, su cultura, su contexto, etc. Todo elemento que influya en la contemplación de un trabajo también es variable y diferente al de cualquier otro y es por eso que, aunque el autor haya querido decir algo y este algo se haya transmitido correctamente usando de forma magistral todos los lenguajes del medio, el impacto que esto tenga en cada persona será diferente.

Objetividad se refiere al elemento pasivo, al objeto, lo observado, a ser capaz de verlo como es sin que nada de lo que te hace persona influya en tu percepción. Subjetividad se refiere a la parte activa, al sujeto, el observador, y va justamente sobre cómo la percepción de un mismo objeto nunca es la misma para todas las personas. El arte, al ser algo creado por y para personas y que depende siempre de la estética, los sentimientos y el contexto, por mucho que se indague y cultive sobre el medio (ya que no deja de ser información filtrada, interpretada y jerarquizada en base al interés personal), creo que siempre será experimentado y apreciado  de forma subjetiva, sea quien sea el perceptor.

Parte 2: Sobre la autocomplacencia.

Por supuesto que hay puntos en los que una obra puede estar «objetivamente» bien o mal, todo lo que se ha dicho y escrito sobre los lenguajes, las técnicas y las reglas de diferentes medios no han salido de la nada. Se han encontrado cosas que funcionan, y eso está bien y es necesario conocerlas y analizarlas si se quiere entender a profundidad un medio. Aunque creo necesario aclarar unas cosas:

  1. Nadie está obligado a conocer y buscar lo que una obra hace bien o mal, y eso no tiene nada de malo.
  2. Aunque hay cosas unánimemente aceptadas, el arte es voluble al infinito y el romper estas reglas, ignorarlas o llevarlas a extremos inimaginables es algo que sucederá y puede dar lugar a tantos resultados buenos como malos.
  3. En un principio el gusto hacia una obra no está condicionada por su calidad (aunque aquí entre nosotros, creo que si una obra conecta con una sola persona es porque algo está haciendo bien).

Ahora, siendo esto así, es evidente que existirán obras maestras, piezas de arte que logren maestría en muchos aspectos y con la que la gente llegue al consenso de considerarlas impecables e imperdibles.

Es entonces cuando vale recordar que en el arte no hay absolutos y que por muy buena que sea una obra esta no estará exenta de cuestionamientos y observaciones no tan positivas, del mismo modo en que sin importar su calidad esta nunca influirá a nadie de la misma forma. Ambas posiciones, la de ver fallas en aquello que el resto considera impecable y la de simplemente no gustar de estas obras son perfectamente entendibles y respetables, ya que en el arte y su apreciación no hay absolutos. Y esto último es lo que muchos se niegan a aceptar o comprender.

jotos

Cuando alguien se interesa en un medio investiga, el problema es que con esa investigación se puede llegar a gente e ideas que no son más que la repetición de el mismo discurso y alabando las mismas cosas teniendo como colchón todo lo que se ha dicho antes. Es casarse con una forma de ver las cosas que muchos ya han procesado, ideas y actitudes que la gente que repetirá para ser aceptada y tomada en serio por «tener un buen gusto», sin nunca haberse parado a pensar por sí mismo o formular sus propias ideas.

Ya he dicho que el arte será apreciado de forma única por gente con diferentes experiencias, cultura, contexto y personalidad. Siendo así, creer que todos están percibiendo las mismas obras con la misma calidad es absurdo. Es un intento de aplicar la creencia positivista en verdades absolutas al arte, alabar lo mismo de la misma forma, perdiendo todo lo que hace a uno persona en el camino, ya que solo existe una forma de ver y reaccionar, ya sea de forma positiva o negativa. Una idea de algo solo puede ser bueno si trata temas «complejos» y «serios», pero si es algo tranquilo, o tiene elementos con los que no conecten se cierran de manera automática a la posibilidad de ver innegables cualidades que pueda tener la obra, porque no entran en el rango de lo que otros alaban.

Creer que se es objetivo es autocomplaciente, y creo que se comprueba en la creación expresiones del tipo «pleb», «moeshit», «good taste», «shit taste». No es más que un intento de construir reglas absolutas para evaluar un medio voluble, consignas que repetir sin pensar, con las que todos pueden están de acuerdo y así encontrarse exento de cuestionamientos. Una burbuja compartida en la que todos puedan sentirse seguros ya que están viendo las cosas «objetivamente» (o lo que han decidido llamar objetividad), como se suponen que son, sin individualidad, sentimientos o personalidad, ¿verdad? Están haciendo las cosas bien, ¿verdad? Los autodenominados expertos dicen que estas obras «son buenas» y que estos estándares son los correctos, ellos no podrán decir nada contra tí, y los que no son expertos no están interesados en cuestionarte, al contrario, tú podrás cuestionarlos a ellos y verlos desde lo alto ya que tienen «mal gusto», ¿verdad?

Aunque pareciera que me he estado refiriendo a la visión de las obras per sé se puede estar seguro de que esto se extiende a su formación ideas, estándares y visiones del arte en general (o del medio en cuestión). A esto tengo realmente poco que agregar, decir mucho sería repetirme: Ideas aceptadas sin pensarlas o someterlas a juicio, cosas que parecen «estar bien» y adoptan para hacerse pasar por alguien «objetivo» y «estricto», una idea sobre la objetividad superficial y artificial formada a partir de poco menos que sentencias arbitrarias y visiones sesgadas que responden meramente a crearse una imagen que guste.

Para concluir, queda aclarar lo obvio: No es imposible gustar honestamente de estas obras, no es imposible concordar con esas ideas y hay genuino valor en buscar lo que una obra hace bien o mal (un ejercicio que de hecho encuentro necesario para entender un medio y las propias sensibilidades y que intento realizar siempre), pero veo innegables los casos en que esto se hace esperando nada más que parecer superior, estricto o importante, cuando lo que se hace realmente no es otra cosa que revelar la poca cultura y falta de conocimiento real sobre el medio en cuestión, así como una falta preocupante personalidad y honestidad con uno mismo.

Anuncio publicitario

La estética es el fin, también en la narrativa.

El arte es extenso y complejo, y cualquiera que diga tener las visiones correctas sobre sus lenguajes y búsquedas no hace más que demostrar su inmadurez frente al tema. Empiezo esta entrada teniendo ese pensamiento como precedente, esperando así dejar claro que lo aquí expuesto no es más que una de tantas formas de ver las cosas y aunque puedas estar o no de acuerdo, me gustaría que lo consideraras como algo plausible.

Porque si he llegado a estas conclusiones es por algo. Creo firmemente que el fin de toda obra artística, de manera directa o indirecta, ya  consciente o inconscientemente, es la estética.

 

Definiendo y delimitando.

Creo necesario que una de las primeras cosas por hacer sea explicar a qué me refiero con estética, ya que he visto que la idea general que se tiene está relacionado al diseño visual o directamente a la búsqueda de la belleza, y eso no es exactamente a lo que me refiero.

Como cualquier palabra, dependiendo el contexto tendrá diferentes acepciones, pero para lo que nos compete aquí creo que es necesario remontarnos al significado etimológico: Estética proviene del latín aesthetica, forma latina del griego aisthetikê (αἰσθητική), que se refiere a la sensibilidad y la percepción, dicho de otro modo, es sobre lo que se percibe por medio de los sentidos. ¿Qué es lo que vamos a percibir en el arte? Sensaciones y sentimientos.

Es entonces cuando vale marcar otras diferencias: Si es invierno y sales sin abrigarte, tienes frío, tus sentidos están percibiendo bajas temperaturas, pero eso no convierte al clima en algo artístico. Si te pegas en el pie sientes dolor, lo percibes y reaccionas ante ello, pero con lo que te golpeaste no construyó una estética. Cuando un ser querido muere y tú entristeces, no es estética. La estética, como la entiendo, es algo evocado por medio de una creación, no la sensación o el sentir lógico ante un evento «real». La estética se evoca por medio de una creación, y las creaciones que pretenderán evocar sensaciones estéticas en nosotros son las obras de arte.

En este punto cabe aclarar que de ahora en adelante cuando me refiera a «la estética de una obra» o a «su búsqueda estética», aunque lo esté diciendo en singular, me estoy refiriendo a la experiencia general final que habrá resultado de todas las sensaciones y sentimientos evocados por la obra.

 

En relación al arte (un resumen grosero).

La idea generalizada de que el arte es solo lo bello no surge de la nada, y es que en efecto en un principio era así. La belleza y la perfección era aquello que buscaban los antiguos griegos en sus creaciones, bellos poemas, bellas estructuras; esto por medio de una técnica impecable, una simetría, etc. He notado que cuando se piensa sobre el arte a los conceptos que más se recurren de manera inmediata es a los de estos antiguos griegos, relacionarlo directa y necesariamente con la belleza; el otro candidato que veo a pensamiento inmediato es el arte del renacimiento, que no deja de ser un movimiento que buscaba recuperar estos valores griegos, así que en teoría estamos hablando de lo mismo.

Pero el tiempo avanza, técnicas surgen, el contexto influye, nueva cultura es creada y se refleja, se escribe y discute sobre el tema, nada es estático. A estas alturas seguir pensando en el arte como en lo que evoca belleza me resulta demasiado simplista.

No estoy diciendo que el arte no pueda transmitir belleza, ya que es aquí cuando la estética entra. El denominador común que he podido sacar de ver este desarrollo de técnicas, movimientos y estilos, es que el arte siempre ha querido transmitir sensaciones y sentimientos. Los griegos transmitían belleza, y desde entonces se ha transmitido de todo, surgiendo así las llamadas categorías estéticas: Lo bello, lo feo, lo sublime, lo grotesco, lo cómico, lo trágico, lo triste, lo alegre, lo diferente, lo mundano, lo irónico… Estas categorías son a las que se responde una obra cuando apela a un sentimiento o a una sensación, y los sentimientos, las sensaciones y sus combinaciones son casi infinitos e imposibles de nombrar en su totalidad, por lo que se vale asumir que las categorías estéticas también lo son. Dudo que alguien pueda convencerme de que obras como Saturno devorando a su hijo, El grito La apoteosis del dólar quieran transmitir belleza. Aunque el «decir algo», el «dar un mensaje» y el «expresarse» es  parte fundamental del fin del arte, es por medio de la estética que ese mensaje se transmitirá. Me gustaría poner un ejemplo para poder aclarar mejor mi punto:

La Pinacoteca de la Profesa es un espacio dentro del Oratorio de San Felipe Neri (fundado por Jesuitas) en el centro histórico de la Ciudad de México que guarda una colección de pinturas de los siglos XVII, XVIII y XIX. Una de las que más llama la atención es una llamada La boca del demonio, que es precisamente la vista dentro de la boca abierta de lo que parece un demonio o una puerta con forma de demonio, dentro de la cual, con tonos oscuros y rojos, se puede ver de forma secuencial a una mujer que muere, va al infierno, sufre castigos y a la que se deja claro que no podrá ir al cielo por culpa de sus pecados. El mensaje es claro, «pecar te lleva al infierno», pero si bastara con solo decirlo no habría necesidad de hacer obras así. No bastaba decir «vas a sufrir», había que representarlo consiguiendo la estética adecuada, ya sea para los jesuitas, congregacionistas, o la gente en general, el estar frente a esa imagen que no solo mandaba un mensaje textual sino que por medio de sus colores que evocaban fuego y desolación, y sus imágenes que reflejaban el dolor, el sufrimiento eterno y la falta de esperanza era que se movía a la gente. Es con la experiencia que conformaron las sensaciones y sentimientos evocados por la estética de la obra que esta puede transmitir lo que quería.

 

En relación a la narrativa.

Al hablar de narrativa me refiero, claro, al tipo de obras que para cumplir su fin estético, optan hacerlo por medio de desarrollar una historia siguiendo cierta estructura. He considerado necesaria la separación porque:

1-Creo que este tipo de producción artística es la que se encuentra más masificada y es la que la gente del común se encuentra mas dispuesta a consumir o experimentar (libros, series, cómic, películas, etc).

2-Me parece que esta misma masificación ha hecho que la gente olvide la parte obvia de que estas obras también son expresión artística.

Con lo que he dicho hasta ahora, podría resumir el razonamiento hacia el que me dirijo de la siguiente forma: El fin del arte es llegar a la estética y las obras de carácter narrativo son arte, entonces las obras de carácter narrativo también tienen como fin llegar a la estética. Esto podría escandalizar a algunos, y ciertas alarmas saltarían del tipo «la historia es importante», «no hay que olvidar el guión»… y en efecto, es de hecho importante considerar que uno de los elementos que definen a las obras narrativas como la historia, el desarrollo, la escritura y todo lo que depende del guión esté contemplado, ya que esto no es más que otro de los medios por los que una obra alcanzará su fin estético.

Como todo lo demás. No solo sucede que cada medio tendrá diferentes herramientas, reglas,  formas, lenguajes, motivos y búsquedas en su realización y apreciación, sino que dentro de un mismo medio cada obra es única, diferente a cualquier otra y con sus propias búsquedas, formas, lenguajes, y todo lo que ya he dicho. Siendo esto así, veo ridículo el esperar los mismos enfoques y tratamientos de cada obra habida o por haber. Cada obra deberá saber qué desarrollar para cumplir sus fines, y con ello es claro que algunas prestarán más atención a ciertos aspectos mientras otros puedan quedar comprometidos, pero aún así, es claro que una obra deberá mantener cuidado en cada una de sus partes para cumplir sus fines. Una novela no va solo de presentar eventos y diálogos que lleven a un final, sino que la prosa, el léxico, el saber sobre qué hablar y sobre qué no, hasta qué punto explicar algo, qué palabras y en qué orden usarlas, saber cuándo decir algo directamente o cuándo darlo a entender, etc. No he dicho mucho ni lo he dicho de la forma más exacta, pero creo que sirve para dar una pequeña idea de lo mucho que se debe tener en cuenta en la realización y apreciación de estas obras, lo cual suele darse por sentado. ¿Animal Farm sería lo mismo de no ser tan directa, corta y agresiva? En el cómic está la distribución de las viñetas, el estilo de dibujo, lo que se presenta en cada viñeta, el orden de lectura, la composición, los colores, los diálogos, la exposición, etc. En la cinematografía está el tiempo, el sonido, la música o su ausencia, las palabras, el movimiento, el ritmo, la luz, los colores, etc.

Si tuviera que responder a por qué creo yo que estamos más dispuestos a consumir de las obras narrativas, aunque aún con cierto miedo de estarme precipitando, diría que es porque este tipo de obras asemeja más a la vida o lo que podemos experimentar en ella. Lo que sucede con el resto de artes es que muchas veces, dejando la puerta abierta a excepciones, lo que se ve es la detención de un momento y el desarrollo de una idea en un espacio cerrado, inmóvil y eterno. En la narrativa solemos ver gente (o «seres») haciendo cosas, el tiempo pasa, algo se construye a su al rededor y tenemos claro en dónde empezamos y en dónde terminamos. Esto no significa de ningún modo que la narrativa de lugar a arte «flojo» o «fácil», o que aquello que no es narrativo esté «limitado», como me he repetido infinidad de veces antes es solo cuestión de ser medios diferentes, pero creo correcto asumir que es más probable sentir cercanía a estas obras con palabras, sonidos, imágenes y tantas cosas que cambian y se mueven como lo que nos sucede a nosotros a lo que acontece a nuestro al rededor. Tanto en un escrito que describa ese movimiento, como en un cómic que lo insinúe como en un audiovisual que lo muestre, hay cercanía, y eso creo que es un pequeño gran punto que ayuda a conectar con las propuestas estéticas de este tipo de obras. Citando a Naoko Yamada, «Palabras, visuales y sonido… cuando el espectador experimento la cantidad de información que esos elementos combinados tienen, sus sentimientos se manifestarán, y esa frase puede servir como la tesis de este escrito. No se trata de, ya que estas obras cuentan historias, buscar qué está forzado, qué es una conveniencia o qué es irreal y quedarse con ello, sino en cómo eso se combina con el resto de elementos y si a pesar de todo logra cierta armonía, entonces puede haber cumplido. Estos agujeros claro que pueden entorpecer a una obra y dificultan el conectar con su fin estético, entonces serán errores, pero creo que verlos por separado es un error, porque no fijarse en lo que caracteriza a las obras narrativa, su historia, sería absurdo.

Pero sucede que incluso aquello que podemos llamar «el desarrollo de una historia» es una de las cosas cuyo camino deberá ser y será diferente dependiendo las intenciones estéticas específicas del autor. Hay tantos tipos de historias y experiencias que se pueden representar por medio de una narrativa que apabulla. Dicho resumido y mal, no todo debe tratar temas serios, no todo precisa sobriedad, algo ligero y divertido no es sinónimo de flojo o poco trabajado, las obras popularmente consideradas más «ligeras» pueden contener cualidades y elementos más profundos de lo que aparentan, etc. No todo desarrollo mostrará de manera obvia elementos que puedan consagrarlo como  algo «bueno». Entre una obra con temas de discusión política, como una obra con un claro enfoque en la acción, una obra de exploración de personaje y una obra de un grupo de personajes en un escenario idealizado no haciendo nada más que ser felices hay mundos de diferencia, y cada una deberá construirse en consecuencia a lo que el autor sabe desde un principio que es su fin estético.

Palabras, visuales y sonido… Todo influye, todo cambia, todo puede ser representado y abordado de mil maneras. Todo es único, todo apelará a sentimientos y sensaciones diferentes de forma diferente, nada se crea ni se recibe igual, y esa es una magia alcanzable por medio de la estética.

Mi (muy) resumida historia con los monitos

Caída.

Siempre he disfrutado del cine y el medio audio-visual en general, siendo este mi favorito a la hora de experimentar historias y sensaciones, pero, a excepción de alguna serie o película muy específica, el campo de la animación nipona me era totalmente desconocido y la idea de explorarlo y entenderlo con un mínimo de profundidad ni siquiera se me llegó a pasar por la cabeza. Pero la vida es extraña, cosas pasan, y tuvo que darse un cambio drástico para que mis oportunidades de comprar DVDs y BDs, ir al cine o encender la TV fueran cada vez menores. En esas circunstancias necesitaba más ficción audiovisual en mi vida, una a la que fuera fácil acceder… y encontré el anime, me gustó lo que vi, seguí viendo, y me siguió gustando.

Desde entonces pasé por una serie de etapas de manera terriblemente rápida y nada serias. Los típicos pensamientos, que ahora me parecen ridículos, tipo «el fanservice es malo» o «el moe mata a la industria» pasaron por mi mente y aunque intenté aceptarlos en ningún momento menguaron mi disfrute de muchas obras, de hecho me resulta risible el haber expresado y replicado ideas y actitudes con las que ahora no concuerdo.

 

Ascenso.

Pero las cosas no son estáticas, y por mi personalidad e intereses llegué a adquirir una visión más amplia de la industria, a mi parecer actual una visión menos sesgada. Mis ideas y percepciones estéticas sobre el arte en general se iban nutriendo, e inevitablemente fui usando estos conocimientos para intentar entender al medio de los monos chinos que, siendo como es, me había atrapado por completo. He llegado a un punto en que creo poder comprender y defender estas historias «estáticas» y «letárgicas» para el ojo poco entrenado, con niñas irreales e idealizadas, algunos elementos de una gran corriente estética construida al rededor de fetiches, clichés, sueños y la presión en un país tan reprimido como lo es japón, una estética que como cualquier otra no es ni buena ni mala per se, que debe evaluarse y apreciarse con cierto conocimiento y no dar todo por sentado, que como cualquier corriente puede propiciar el nacimiento de auténticas y universales obras maestras, y una corriente que responde a sensibilidades muy profundas y especiales para mí que no he podido despertar en ningún otro medio.

Por supuesto, esto no significa que me cierre a un solo tipo de obras: Me considero capaz de ver, aceptar y apreciar cualidades de cualquier tipo, pero como cualquier persona no puedo evitar tener mis preferencias con las que, ya sea por mi personalidad, experiencias, circunstancias o historia, conectaré más.

 

Epílogo.

Aclarando lo obvio no se me debe interpretar como estar queriendo aparentar ser el portador de una verdad absoluta, sino como alguien que puede decir un par de cosas interesantes.

A ver lo que a cada quien le guste, a preferir aquello con lo que más se conecte, a no cerrarse a diferentes perspectivas y a aprender más, que la vida es breve y el arte largo.